Tras la pequeña descripción de lo que hay al sur de la
frontera (coño, parezco Murakami), paso a detallar de manera breve como están
las cosas en la España cristiana. A este periodo de la Edad Media se le conoce
como la España de los Cinco Reinos. A saber: Portugal, León, castilla, Navarra
y Aragón; esto es, las cinco entidades políticas en las que se divide la
cristiandad peninsular. No entraré a explicar el origen de cada uno de estos
reinos, que para eso están los libros de historia y la Wikipedia, y me limitaré
a exponer como es la situación de los reinos en el 1204 en el que arranca la
historia.
El menos relevante de los reinos peninsulares para la
historia de nuestros protagonistas es, sin ninguna duda, Portugal. Aunque esto
no es razón para que sepan ustedes que se cocía en el joven reino portugués durante
estos años. En 1204 reina en Portugal Sancho I de la casa de Borgoña, conocido
como el Poblador. Segundo rey de
Portugal, e hijo de Alfonso I Enriquez, fundador del reino, Sancho I vive
durante su reinado una constante sucesión de éxitos y derrotas que convirtieron
su reinado en el favorito de los cartógrafos. Y es que trabajo no les faltó, porque
la frontera se movió más que los precios. En lo que respecta a las tierras de
al-Andalus tras avanzar sus fronteras hasta el sur, prácticamente hasta el
Algarve con la conquista de Silves (1189), en cuanto nuestros amigos los
almohades asomaron el hocico pasó a replegarse casi hasta Lisboa, perdiendo en
el camino el Algarve y casi todo el Alentejo (incluido Alcácer do Sal). Para
rematar la faena se pasó ocho años guerreando con el reino de León disputándose
el control del sur de Galicia. Como podéis imaginar en esta labor tuvo tanto éxito
como en la de conquistar tierras a los moros. Visto lo visto no ha de
sorprender a nadie que los últimos años de su reinado se los tomase con
relativa calma y los dedicase a preocuparse del sobrepeso de su heredero (que
pasará a la historia como Alfonso II el Gordo),
a reorganizar el reino, traerse emigrantes de Flandes y Borgoña con la promesa
de tierras y buen clima, y a acumular un buen tesoro a base de freír a sus nuevos
súbditos a impuestos. Todo muy medieval. Y en esas está Portugal en 1204, en
paz con sus reinos vecinos, sean estos cristianos o musulmanes. A efectos de juego los personajes saben que
Portugal está en el oeste y tan solo nuestra mediera judía sabe algo más de
Portugal, y esto es que su rey se llama Sancho, que los judíos son bien recibidos
(no en vano uno de los principales consejeros del rey es el primer rabino del
reino, Jose Ben Yahi) y que allí en este momento se pueden hacer buenos
negocios.
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